Gracias, Jesús, por
el regalo de tu personalidad fascinante, por tu palabra y tus gestos de amor
solidario, por tu redención generosa y abundante.
Señor, queremos
seguirte a donde tú vayas.
Mantén en ascuas
nuestro corazón torpe y devuélvenos la ilusión perdida.
Lava las heridas de
nuestros pies cansados y cambia nuestra vida por otra de rostro humano.
Condúcenos siempre
al corazón del mundo, para ver tu cara en otras muchas caras cada día.
Quédate siempre con
nosotros, renueva nuestros sueños, mejora nuestros valores y danos la alegría
de seguirte con decisión.
Amén.