Oh,
única Cruz de Cristo, esparcida por Jerusalén, Liébana, Caravaca,…
Oh,
única Cruz de Cristo, esperanza para los católicos, protestantes,
ortodoxos,…
Oh,
única Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana.
Oh,
única Cruz de Cristo, te seguimos viendo alzada en nuestros hermanos
asesinados, en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas
extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia: Siria,
Irak,…
Oh,
única Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro mediterráneo y
en el Mar Egeo, convertidos en un insaciable cementerio.
Oh,
única Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de los
buenos samaritanos, que lo dejan todo
para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la
injusticia.
Oh,
única Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se
desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del
amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar.
Amén.