Tus manos, María.
Son grandes, porque en ellas,
todos cabemos.
Son pequeñas, porque en ellas,
se desborda el Misterio de Dios.
Son limpias, porque ellas,
no conocieron la corrupción.
Son delicadas, porque ellas,
acariciaron el tesoro más preciado: Jesús.
Son cuidadas, porque ellas,
fueron bendecidas desde el principio por Dios.
Son orantes, porque ellas,
supieron juntarse para alabar al Creador.
Son señales, porque ellas,
siempre nos enseñan el camino hacia Jesús.
Son decididas, porque ellas,
no se echaron atrás ante las dificultades.
Son amantes, porque ellas,
amaron con locura.
Amén
Obtenido del Colegio “La Inmaculada ”
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