No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas,
¿Quién me sostendrá?.
Si tú me olvidas, ¿Quién se
acordará de mí?.
Si tú, que eres estrella de la
mar y guía de los errados,
no me alumbras, ¿Dónde iré a
parar?.
No me dejes tentar del
enemigo,
y si me tentaré, no me dejes
caer,
y si cayere, ayúdame a
levantar.
¿Quién te llamo, Señora, que
no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le
otorgases?
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