sábado, 26 de octubre de 2013

Preces por los difuntos II


Oremos al Señor Jesús, que transformará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo, y digámosle:

Tú, Señor, eres nuestra vida y nuestra resurrección.

¡Oh Cristo, Hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos a tu amigo Lázaro!, lleva a una resurrección de vida a los difuntos que rescataste con tu sangre preciosa.

¡Oh Cristo, consolador de afligidos, que ante el dolor de los que lloraban la muerte de Lázaro, del joven de Naín y de la hija de Jairo, acudiste compasivo a enjugar sus lágrimas!, consuela también ahora a los que lloran la muerte de sus seres queridos.

¡Oh Cristo, Salvador!, destruye en nuestro cuerpo mortal el dominio del pecado por el que merecimos la muerte, para que obtengamos en ti la vida eterna.

¡Oh Cristo, Redentor!, mira a los que, por no conocerte, viven sin esperanza, para que crean también ellos en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro.

Tú, que al dar la vista al ciego de nacimiento hiciste que pudiera mirarte, descubre tu rostro a los difuntos que todavía carecen de tu resplandor.

¡Oh Cristo, siempre vivo para interceder por nosotros y por todos los hombres!, enséñanos a ofrecer el sacrificio de la alabanza por los difuntos para que sean absueltos de sus pecados.

Tú, Señor, que permites que nuestra morada corpórea sea destruida, concédenos una morada eterna en los cielos.


Padre nuestro...

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