sábado, 4 de septiembre de 2010

La Oración del Corazón

La “ORACIÓN DEL CORAZÓN”, conocida también como “oración a Jesús”, es una breve fórmula piadosa, Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, algunas veces con el añadido: pecador. Posiblemente del siglo XIII.


Componentes de la "oración a Jesús"

La fórmula que, se va imponiéndose con el transcurso de los años es: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Sus elementos se pueden encontrar en diferentes pasajes de la Sagrada Escritura.


En la oración de los dos ciegos: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9, 27).


En el ruego de la mujer cananea: «¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David!» (Mt 15, 23).


En el pedido del padre del epiléptico: «Señor, ten piedad de mi hijo...» (Mt 17, 15).


En la oración de los diez leprosos: «!Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!» (Lc 17, 13).


Y sobre todo en la oración del ciego de Jericó, que San Marcos llama Bartimeo: «¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!» (Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39).



Procedente del Oriente cristiano (Iglesia Ortodoxa), podemos encontrar esta variante de la oración, que también es utilizada por los católicos romanos, anglicanos y protestantes pero en menor grado:


“Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mi, que soy un pobre pecador”.


La ORACIÓN DE JESÚS, o la ORACIÓN DEL CORAZÓN, está centrada en el Santo Nombre. Puede ser dicha como: "Señor Jesucristo Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador"; puede ser cambiada a "nosotros pecadores" o a otros nombres individuales o puede ser abreviada. El poder está en el nombre de Jesús; así que "Jesús" solo, puede colmar toda la necesidad de aquel que ora.


Esta oración debemos repetirla, pausadamente y muchas veces, cuando estamos en la Iglesia, en casa, o de viaje, e incluso se puede ajustar el ritmo de la respiración a la oración. “A la respiración de tu nariz une la atención y el nombre de Jesús” (Hesiquio)


El efecto de ésta, es una gran calma interior, una aceptación de las dificultades con serenidad, una capacidad para decir el consejo oportuno y una intuición de la ayuda que necesitan los demás. Se aconseja vivamente.


Se puede rezar cien, o mil veces por día. Es una profesión de fe en Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, que salva del pecado, del demonio y de la muerte.


Es considerada altamente espiritual porque está dirigida totalmente hacia Jesús: todos los pensamientos y esfuerzos; la esperanza, la fe y el amor están expresados devotamente a Dios. Cumple también dos mandamientos básicos del Nuevo Testamento. En el primero Jesús dice: "cualquier cosa que pidan al Padre en mi nombre se las dará. Pero aún no han pedido nada en mi nombre: pidan y recibirán, para que su gozo sea completo" (Juan 16:23-24). El otro mandamiento es de San Pablo que nos pide orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).


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