sábado, 2 de mayo de 2015

Ante el sufrimiento






Madre Dolorosa te han llamado los siglos.

Y con razón, pues sufriste indeciblemente.

Tú corazón por la espada traspasado recuerda que con viva imagen que bien eres Maestra en saber bien sufrir.

Enseña a sobrellevar el sufrimiento, soportándolo con visión de eternidad, con esa esperanza, asociada a la Cruz reconciliadora de tu Hijo, el dulce Señor Jesús,
de la que vivamente das ejemplo.

Me atrevo a pensar que el misterio del dolor muchas veces se te hizo abrumador, como hoy siento el mío.

Auxíliame, pues, ¡oh poderosa intercesora!, dame la gracia que me permita aprender y vivir intensamente tu ejemplo y lección.

Que así sea.

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