Estamos en vísperas de la Navidad,
de la entrada del Hijo de Dios en el mundo.
Es el gran acontecimiento de la historia,
de la humanidad.
Dios que se hace hombre
para hacernos a nosotros hijos de Dios.
¡Qué intercambio más maravilloso!
¡Qué don, qué gracia, qué amor!
No puedo pasar deprisa, sin más este hecho.
No ha habido nada en la historia del mundo
más grande que el Dios hecho hombre,
que el Emmanuel.
Por eso me postro ante tanta hermosura,
ante tanta grandeza, ante tanto amor.
Gracias Dios Padre por haber querido dar ese paso,
por haber descendido para enaltecernos.
Y a las puertas de tan bonito recuerdo
no podía faltar María,
la madre de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María.
Santa Madre de Dios mi plegaria hoy se dirige a Ti
la esclava, la humilde,
la disponible al proyecto de Dios,
la llena de gracia,
de amor a Dios y al mundo
la madre del Hijo de Dios.
Gracias María.
Tú fuiste la puerta
por la que Dios se hizo presente entre nosotros.
Dios quiera que como Tú María
nosotros seamos puerta
por la que pase Dios a nuestros mundos.
Gracias María por tu disponibilidad, por tu sí.
Ayúdanos a decir, como Tú, sí
a lo que Dios disponga de nosotros.
Tú María, Madre de Dios,
escuchaste aquellas palabras del Ángel
que te ruborizaron:
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo, bendita tú entre las mujeres…
No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios… ”.
Tú eres bendita entre todas las mujeres.
Tú eres la más grande entre todos los seres
humanos: una mujer, María.
Así te reconocemos todos nosotros
y te tenemos como ideal de nuestras vidas,
como abogada nuestra,
como protectora de nuestros proyectos
que son los de tu Hijo.
Tú la inundada del Espíritu Santo.
Nosotros también fuimos ungidos por Él.
Que, como en tu caso María,
nazca en cada uno de nosotros y en nuestro mundo
tu Hijo Jesús, su estilo de vida,
su amor a Dios y a las personas, sus actitudes…
por obra del Espíritu Santo.
Intercede María ante Dios Padre,
en vísperas de la Navidad,
dibujada con colores de paz
para que de verdad la paz no solo sea
una palabra bonita sino también una realidad.
Paz te pedimos para las familias y los colegios,
paz para las pandillas y para las que sufren,
paz entre todos los países del mundo.
Como los Papas nos recuerdan con frecuencia
no hay mejor camino para la paz que la justicia.
¡María! ayúdanos a trabajar por la justicia
para que en el mundo haya paz verdadera.