Glorioso Patriarca San José, animado de una gran
confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector
durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas.
Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi
amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo.
Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi
muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne,
vaya a descansar en las manos del Señor.
Amén.