1. Señal de la cruz y beso al crucifijo.
2. Padrenuestro.
3. Introducción.
“Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y
ver si hay dolor como mi dolor”. “Taladraron mis manos y mis pies. Puedo contar
todos mis huesos”. “Abrieron su boca contra mí”. “Y aumentaron el dolor de mis
llagas”.
4. Ofrecimiento a Jesús, redentor del mundo.
Jesús mío, cada vez que mis ojos te contemplan en la cruz,
me embarga la tristeza, porque tus llagas, heridas y tu Sangre derramada, me
recuerdan lo mucho que me amas y lo poco que yo te amo. Señor, perdona mi
ingratitud a tan gran prueba de amor, y acepta, de este ingrato pecador, este
Rosario de alabanzas para compensar, de algún modo, los sufrimientos y dolores
de tu pasión. También te ofrezco mi vida, pues Tú, redentor mío, pagaste un
precio muy alto con tu pasión.
5. Oración a Nuestra Señora del Monte Calvario.
Virgen María, Madre dolorosa, te suplico, que por tu
intercesión, acepte tu hijo, mi Señor, este mi pobre obsequio y sirva para
compensar los horrendos dolores que padeció en la cruz por el amor y la salvación
de los hombres. AMEN
6. Alabanzas a las Santísimas Llagas de Jesucristo.
Benditas sean las heridas y llagas de tu flagelación.
Benditas sean las llagas de tu cabeza coronada de
espinas.
Benditas sean las llagas de tus hombros llevando la
cruz.
Bendita sea la llaga de tu mano izquierda traspasada.
Bendita sea la llaga de tu mano derecha clavada en la
cruz.
Bendita sea la llaga de tu pie izquierdo taladrado.
Bendita sea la llaga de tu pie derecho atravesado.
Bendita sea la llaga de tu costado perforado por una
lanza.
Benditas sean todas las llagas de tu pasión.
Bendita sea tu preciosa sangre derramada por nuestra
redención.
Gloria al padre creador de todo. Gloria al hijo,
redentor del mundo. Gloria al Espíritu Santo, Santificador. Gloria a la Santísima Trinidad. Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. AMEN.
7. Ofrecimiento al Eterno Padre.
Eterno creador de todas las cosas, yo te ofrezco las
llagas y la preciosa sangre derramada de tu hijo amado. Nuestro Señor, en
expiación de mis pecados y de los de todos los hombres. Padre, te suplico, no
tengas en cuenta nuestras ofensas y que por tu bondad y misericordia,
alcancemos de Ti el perdón de nuestros pecados y poder gozar de la vida eterna
en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
8. Cántico de San Pedro.
Cristo sufrió por vosotros.
Dejándoos un modelo.
Para que sigáis sus huellas.
“El no cometió pecado
ni encontraron mentira en sus labios”;
cuando los insultaban
no devolvía el insulto,
mientras padecía no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga rectamente.
Él en su persona subió nuestros pecados a la cruz,
para que nosotros muramos a los pecados
y vivamos para la honradez:
“sus llagas os curaron”