De rodillas, Señor ante el sagrario,
que guarda cuanto queda de amor y unidad.
Venimos con las flores de un deseo,
para que nos las cambies en frutos de verdad.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Como ciervos sedientos que van hacia la fuente,
vamos hacia tu encuentro, sabiendo que vendrás;
porque el que busca es porque ya en la frente
lleva un beso de paz, lleva un beso de paz.
Como estás, mi Señor, en la custodia
igual que la palmera que alegra el arenal,
queremos que en el centro de la vida
reine sobre las cosas tu ardiente caridad.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Amén.