Salí de mi casa a dar una vuelta, y me encontré con un hombre en el terror de la crucifixión.
“Permíteme que te desclave de la cruz”, le dije.
Y me puse a mirar cómo arrancar los clavos de sus pies.
Pero él me respondió:
“Déjame donde estoy, porque no bajaré de la cruz hasta que todos los hombres, todas las mujeres, todos los niños...
...se unan, y juntos tomados de la mano, vengan a desclavarme”.
Entonces le pregunté:
“¿Cómo voy a soportar yo tus lamentos?.
¿Qué puedo hacer por ti?”
Y él me respondió:
“Vete por todo el mundo...
...y diles a todos los que encuentres que hay un hombre clavado en una cruz”
“No tengan miedo…”
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