Virgen bella de Dios Madre
Honra y lustre del cristiano,
En todo tiempo no en vano
Invocamos tu favor.
Aunque se alce el hondo averno
Del dragón al ronco grito
Y talar mande el precito
Los vergeles del Señor,
Dañar no pueden las furias
Al pecho limpio que fía
En la fuerza de María
Vencedora de Satán.
Si la Virgen nos protege
No habrá guerra ni mal fiero,
Que caballo y caballero
Cual plomo al profundo irán.
Ella levanta en Solima
Como torre la cabeza:
Es murada fortaleza
En la ciudad de David.
La defienden los escudos
De mil valientes guerreros,
Los impíos altaneros
Huyen ante Ella en la lid.
Que armada por Dios su diestra
Llena de dones prolijos,
Alejará de sus hijos
Los golpes de la maldad.
Humíllense las naciones
Y cual de ángeles los coros
Canten en versos sonoros
A la augusta Trinidad.
José Sebastián Segura (México, 1872)
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