El crucifijo es el gran libro sobre el cual se han formado los Santos y sobre el cual nosotros también debemos formarnos.
Todas las enseñanzas contenidas en el santo evangelio están comprendidas en el crucifijo.
Él nos habla con una elocuencia que no tiene igual: la elocuencia de su sangre.
Nos inculca la humildad, la pureza, la mansedumbre, el desapego de todas las cosas terrenales, la conformidad a la voluntad divina, pero, sobre todo, la caridad para con Dios y para con los hermanos.
Mediante la crucifixión, Jesús reconcilió la humanidad con Dios y unió entre sí con un solo vínculo de amor a todos los hijos dispersos del primer padre.
De esta manera, San Alfonso pudo escribir a los pies del crucifijo estas palabras: “¡Así se ama!”…
Por eso, al misionero que parte a lugares lejanos para anunciar la buena nueva, no se le entrega otra arma que el crucifijo, porque éste posee la fuerza de Dios y por medio de él triunfará sobre todo y sobre todos, después de haber triunfado sobre sí mismo.
Guido María Conforti (Marzo 1925)
No hay comentarios:
Publicar un comentario