(En una carta
dirigida a su hermana Celina, que todavía no había ingresado en el Carmelo,
Santa Teresita le habla del valor de la oración para la salvación de las
almas).
Jesús
15
de agosto de 1892
Celina
querida:
(...) Una
vez, Jesús decía a sus discípulos, mostrándoles los campos de mieses maduras:
«Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya blancos para la
siega». Y un poco más tarde: «La mies es abundante, pero los trabajadores son
pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores».
¡Qué gran
misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien las ha
hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: «Rogad al Señor de la mies que envíe
trabajadores»? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente por nosotras un amor tan
incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las
almas. El no quiere hacer nada sin nosotras. El creador del universo espera la
oración de una pobre alma para salvar a las demás almas, rescatadas como ella
al precio de toda su sangre.
Nuestra
vocación no consiste en ir a segar en los campos de mieses maduras. Jesús no
nos dice: «Bajad los ojos, mirad los campos e id a segar». Nuestra misión es más
sublime todavía. He aquí las palabras de nuestro Jesús: «Levantad los ojos y
mirad». Mirad cómo en mi cielo hay sitios vacíos, a vosotras os toca llenarlos,
vosotras sois mis Moisés orando en la montaña, pedidme trabajadores y yo los
enviaré, ¡no espero más que una oración, un suspiro de vuestro corazón...!
El
apostolado de la oración ¿no es, por así decirlo, más elevado que el de la
palabra? Nuestra misión, como carmelitas, es la de formar trabajadores
evangélicos que salven millares de almas, cuyas madres seremos nosotras...
Tu Teresa del Niño Jesús
rel. carm. ind
(religiosa
carmelita indigna)
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