Madre
Dolorosa te han llamado los siglos.
Y
con razón, pues sufriste indeciblemente.
Tú
corazón por la espada traspasado recuerda que con viva imagen que bien eres
Maestra en saber bien sufrir.
Enseña
a sobrellevar el sufrimiento, soportándolo con visión de eternidad, con esa
esperanza, asociada a la Cruz
reconciliadora de tu Hijo, el dulce Señor Jesús,
de la que vivamente das ejemplo.
de la que vivamente das ejemplo.
Me atrevo a pensar que el misterio del dolor muchas veces se te hizo abrumador, como hoy siento el mío.
Auxíliame, pues, ¡oh poderosa intercesora!, dame la gracia que me permita aprender y vivir intensamente tu ejemplo y lección.
Que así sea.
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