Señor, despiértame, llámame.
Sácame de mi mundo.
Que no me invente más
historias
Para justificar que no me
muevo,
Que no reacciono.
Que abra mi alma
A lugares que no sé dónde
están,
A culturas que no conozco,
A seres humanos que me
necesitan
Casi tanto como yo a ellos.
Ponme en camino
Hasta esas personas que me
esperan,
Porque sueñan con alguien
Que pueda hablarles de Ti;
De un padre bueno, compasivo,
de verdad,
No como los dioses de los
hombres.
Señor, dímelo también a mí:
“Sal de tu tierra”.
Amén.
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