Además de oración por la paz, el Rosario es también, desde siempre, una oración de la familia y por la familia.
Conviene no descuidar esta preciosa herencia; la familia que reza unida permanece unida.
Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros recupera también la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicar, solidarizarse, perdonarse recíprocamente y comenzar de nuevo con un pacto de amor, renovado por el Espíritu de Dios
(San Juan Pablo II)
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