Espíritu Santo,
por intercesión de María,
Madre de la Iglesia,
haznos dóciles a tu presencia.
Que sepamos reconocerte
en los rostros de los demás.
Que descubramos tu acción
en los dones que has fecundado
en medio de este Pueblo de
hermanos.
Hemos sido ungidos
como testigos de la
Resurrección,
a través del Bautismo
y de la Confirmación.
Haz de nosotros apóstoles
que lleven tu Palabra de
fuego,
capaz de transformar las
mentes
y de encender el corazón.
Que nuestra vida proclame la
fuerza
que ha generado la existencia
de las cosas
y que las llevará a su
plenitud,
en Cristo, nuestro Señor.
Amén.
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