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viernes, 12 de febrero de 2016

Los tres árboles





En la cima de una montaña tres árboles se erguían y tejían sueños en torno a lo que aspiraban a ser cuando crecieran.

El primero alzó la vista hacía las estrellas y dijo: “deseo contener tesoros. Quiero cubrirme de oro y llenarme de piedras preciosas. ¡Seré el cofre más hermoso del mundo!”.

El segundo se fijó en un pequeño arroyo que descendía hacía el mar “ansío navegar por vastos océanos y transportar a reyes poderosos ¡Seré el barco más resistente del mundo!”.

El tercer árbol observó el valle que había al pie de la montaña, donde hombres y mujeres trabajaban afanosamente en un pueblo. “Yo no deseo abandonar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente se detenga a mirarme, alce los ojos al cielo y piense en Dios. Seré el árbol más alto del mundo”.

Un día tres leñadores subieron hasta la cima.
El primero de ellos observó el primer árbol y dijo: “¡Qué árbol tan magnifico!. Me resultará perfecto. Y esgrimiendo su reluciente hacha, lo derribó”.

El segundo leñador miró el segundo árbol y exclamó: “Este árbol es fuerte. Justamente lo que necesito. Con los golpes de su hacha, cayó el segundo árbol al suelo”.
El tercer árbol se sintió desfallecer cuando el tercer leñador miró en dirección a él. Se erguía alto y derecho, y apuntaba valientemente hacia el cielo. Sin embargo, el leñador ni se molestó en levantar la vista. “Cualquier árbol me servirá”, musitó. Y a fuerza de hachazos, tumbó el tercer árbol.

El carpintero convirtió al primer árbol en un comedero para animales. Aquel árbol que había ostentado gran belleza no se veía cubierto de oro ni contenía tesoro alguno. Estaba salpicado de aserrín y lleno de paja para dar de comer a animales hambrientos.

El segundo árbol fue aserrado y ensamblado como una simple barca pesquera. Era demasiado pequeño y frágil para navegar en alta mar o incluso en un río. Lo llevaron más bien a un lago.

El tercer árbol se sumió en el desconcierto cuando el leñador lo cortó en fuertes vigas y lo abandonó en el aserradero. “¿Qué pasó?, se preguntó el árbol que antes se había erguido tan alto”, todo lo que quería era permanecer en aquella cima y apuntar hacia Dios,…

Una noche, las estrellas vertieron su luz sobre el primer árbol cuando una joven acostó a su recién nacido en el pesebre. “Me gustaría construirle una cuna”, susurró su esposa. Con una sonrisa, la joven madre le estrechó la mano mientras la luz de la luna iluminaba la suave pero firme madera. “El comedero es hermoso”, dijo ella. De pronto el primer árbol comprendió que contenía el tesoro más valioso que pudiera haber.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos abordaron el viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol se adentraba en el lago. Al poco tiempo se desató una tormenta. El árbol se estremeció. Sabía que no tenía las fuerzas para llevar a tantos pasajeros en medio de aquella tempestad. El fatigado viajero se despertó. Extendió la mano y dijo: “Haya paz. Y la tormenta cesó con la misma celeridad con que se había levantado”. De repente el segundo árbol entendió que llevaba a bordo al Rey del Cielo y de la tierra.

Un viernes por la mañana, el tercer árbol se vio sobresaltado cuando alguien arrancó sus vigas del montón de leña olvidado. Arrastrado a través de una multitud que abucheaba, se estremeció de miedo. Tembló cuando unos soldados le clavaron las manos de un hombre. Se sentía despreciable, duro y cruel. Pero tres días después, el tercer árbol supo que Dios lo había transformado por completo. Y cada vez que las personas pensaban en él, se acordaban de Dios. Eso era infinitamente mejor que ser el árbol más alto del mundo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Un pedazo de pastel para ti

A veces nos preguntamos:    ¿Que hice para merecer esto?

¿Porque Dios tiene que ser tan injusto conmigo?


Aquí va una bellísima explicación.

Una joven le dice a su madre como todo le ha salido mal; No salió bien en el examen de Matemáticas,

...Su enamorado resolvió terminar con ella... y su mejor amiga esta de paseo en otra ciudad.

En horas de amargura, una madre sabe qué puede agradar a su hija...  Le preparará un sabroso pastel. En aquel momento tan difícil. Abrazo a su hija y la llevo a la cocina, consiguiendo arrancar de su rostro una sonrisa.

Luego que la madre separo los utensilios e ingredientes que usaría, los colocó en la mesa y preguntó a su hija:

- Querida, ¿quieres un pedazo de pastel?

- Claro madre, Sabes que me encanta el pastel...

-Está bien, respondió la madre. Bebe un poco de ese aceite que está en la cocina!

Asustada, la hija respondió:

- ¿Cómo dices? Jamás!!!

¿Que tal si te comes un huevo crudo?     

- Nunca, Madre!

-Quieres comer un poco de harina de Trigo o Bicarbonato de Sodio?

- Madre, eso no me agrada, me enfermaría!

La Madre le respondió:

- Es verdad, todas esas cosas están crudas, sosas, mas cuando las colocamos juntas, en su justa medida...

...Ellas hacen un delicioso pastel!

Dios trabaja de forma similar.

La gente se pregunta, ¿porque El permite que pasemos por momentos difíciles? no saben que cuando El permite que todas esas cosas entren en el orden perfecto, siempre obran a bien.

No necesitas conformarte con ingredientes crudos, Deja TODO en sus manos... y se tornaran en algo fantástico!
 

Dios se preocupa tanto por ti... 

que te envia flores todas las Primaveras...

...Hace nacer el Sol todas las mañanas...

... y siempre que quieras conversar...                                     

El está dispuesto a escucharte!

El puede vivir en cualquier lugar del universo...


Pero escogió vivir en tu Corazón!

sábado, 22 de junio de 2013

El cirujano

Mañana por la mañana abriré tu corazón le explicaba el cirujano a un niño. Y el niño interrumpió: -¿Usted encontrará a Jesús allí?

El cirujano se quedó mirándole, y continuó: -Cortaré una pared de tu corazón para ver el daño completo.

Pero cuando abra mi corazón, ¿encontrará a Jesús ahí?, volvió a interrumpir el niño.

El cirujano se volvió hacia los padres, quienes estaban sentados tranquilamente.

Cuando haya visto todo el daño, planearemos lo que sigue, ya con tu corazón abierto.

Pero, ¿usted encontrará a Jesús en mi corazón? La Biblia bien claro dice que Él vive allí. Las alabanzas todas dicen que Él vive allí....

¡Entonces usted lo encontrará en mi corazón!
El cirujano pensó que era suficiente y le explicó:

Te diré que encontraré en tu corazón..

Encontraré músculo dañado, baja respuesta de glóbulos rojos, y debilidad en las paredes y vasos. Y aparte me daré cuenta si te podemos ayudar o no.

¿Pero encontrará a Jesús allí también? Es su hogar, Él vive allí, siempre está conmigo.

El cirujano no toleró más los insistentes comentarios y se fue. Enseguida se sentó en su oficina y procedió a grabar sus estudios previos a la cirugía: aorta dañada, vena pulmonar deteriorada, degeneración muscular cardiaca masiva. Sin posibilidades de trasplante, difícilmente curable.

Terapia: analgésicos y reposo absoluto.

Pronóstico: tomó una pausa y en tono triste dijo: muerte dentro del primer año. Entonces detuvo la grabadora. Pero, tengo algo más que decir: ¿Por qué? Pregunto en voz alta ¿Por qué hiciste esto a él? Tú lo pusiste aquí, tú lo pusiste en este dolor y lo has sentenciado a una muerte temprana. ¿Por qué?

De pronto, Dios, nuestro Señor le contestó:

El niño, mi oveja, ya no pertenecerá a tu rebaño porque él es parte del mío y conmigo estará toda la eternidad. Aquí en el cielo, en mi rebaño sagrado, ya no tendrá ningún dolor, será confortado de una manera inimaginable para ti o para cualquiera. Sus padres un día se unirán con él, conocerán la paz y la armonía juntos, en mi reino y mi rebaño sagrado continuará creciendo.

El cirujano empezó a llorar terriblemente, pero sintió aun más rencor, no entendía las razones. Y replicó:

Tú creaste a este muchacho, y también su corazón ¿Para qué? ¿Para que muera dentro de unos meses?

El Señor le respondió: Porque es tiempo de que regrese a su rebaño, su tarea en la tierra ya la cumplió.

Hace unos años envié una oveja mía con dones de doctor para que ayudara a sus hermanos, pero con tanta ciencia se olvidó de su Creador.

Así que envié a mi otra oveja, el niño enfermo, no para perderlo sino para que regresara a mí aquella oveja perdida hace tanto tiempo.

El cirujano lloró y lloró inconsolablemente.

Días después, luego de la cirugía, el doctor se sentó a un lado de la cama del niño; mientras que sus padres lo hicieron frente al médico.

El niño despertó y murmurando rápidamente preguntó:

-¿Abrió mi corazón?

Si - dijo el cirujano-
-¿Qué encontró? preguntó el niño

Tenías razón, encontré allí a Jesús.

sábado, 19 de enero de 2013

Una lección de dignidad

Una mañana, cuando nuestro nuevo profesor de “INTRODUCCIÓN AL DERECHO” entró al aula de clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre
a un alumno que estaba sentado en la primera fila:

-¿Cómo te llamas?

-Me llamo Juan, respondió.

-¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más!- gritó el desgraciado profesor.

Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó, se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase.

Todos estábamos asustados e indignados, pero nadie dijo nada.

El profesor continuó:

-Está bien, ahora sí, ¿Para qué sirven las leyes?...

Seguíamos asustados, pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta:

-Para que haya un orden en nuestra sociedad- respondió uno.

-¡No! – contesta el profesor.

-Para cumplirlas – responde otro.

-¡No! –replica nuevamente el profesor.

-Para que la gente mala pague por sus actos- dice otro alumno.

-¡No! – vuelve a replicar el profesor. Y continúa:

-Pero, ¿es que nadie sabrá responder esta pregunta?

-Para que haya justicia - dijo tímidamente una chica.

-¡Por fin! –Dice el profesor – Eso es…para que haya justicia.

Y nuevamente pregunta:

-Y ahora, ¿Para qué sirve la justicia?

Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera, sin embargo seguíamos respondiendo:

-Para salvaguardar los derechos humanos.

-Bien, ¿qué más? - decía el profesor.

-Para discriminar lo que está bien de lo que está mal…

-Para premiar a quien hace el bien.

-Ok, no está mal, pero…respondan a esta pregunta:

-¿Actué correctamente al expulsar de la clase a Juan…?

Todos nos quedamos callados; nadie respondía.

-Quiero una respuesta decidida y unánime - dice el profesor.

-¡¡¡No!!! –respondimos todos a la vez.

-¿Podría decirse que cometí una injusticia?

-¡Si! – respondimos todos en coro.

-Y, ¿Por qué nadie hizo nada al respecto?

-¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica?

-Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia.

-¡Todos! – Repitió: - ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!

Y le dice a otro alumno mirándolo fijamente:

-Vete a buscar a Juan.

Aquel día recibimos la lección más práctica de derecho. Cabe agregar…

 
“TODO LO NECESARIO PARA QUE TRIUNFE EL MAL, ES QUE LAS PERSONAS DE BIEN NO HAGAN NADA AL RESPECTO”

viernes, 16 de noviembre de 2012

Uno cosecha lo que siembra

Una  mañana una mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista, y miro  claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas  buenas de la vida.

Su abrigo era nuevo, parecía que nunca  se había perdido una comida. Su primer  pensamiento fue: “Solo se quiere burlar de mi", como  tantos otros lo habían hecho.
 
¡¡Por Favor  Déjeme en paz!!, gruñó el indigente.
   
Para su sorpresa,  la mujer siguió enfrente de él. Ella sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos  deslumbrantes. 

"¿Tienes  hambre?", preguntó ella. "No", contestó sarcásticamente. "Acabo de llegar de cenar con el presidente, ahora  vete." 

La sonrisa de la mujer se hizo aún más Grande. De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el  brazo. "¿Qué hace usted, señora?" -preguntó el hombre  enojado. 

“¡¡Le digo que me deje en paz!!”

Justo  en ese momento un policía se acercó. "¿Hay algún problema, señora?" -le preguntó el oficial.
            
" Aquí no hay ningún problema, oficial, contestó la mujer .., "Sólo estoy tratando  de ayudarle para que se ponga de pie ..., ¿Me ayudaría?". El oficial se rascó la cabeza. "Si, el Viejo Juan, Ha sido un  estorbo por aquí por los últimos años. ¿Qué quiere usted  con él?" Pregunto el oficial.

"¿Ve la cafetería de  allí?" -preguntó ella. "Yo voy a darle algo de comer y a sacarlo del frío por un ratito." 

"¿Está loca, señora?", el pobre desamparado se resistió. "¡Yo no quiero ir ahí!".

Entonces sintió dos fuertes manos agarrándolo de los  brazos y lo levantaron. 

"Déjame ir oficial, Yo no hice  nada"

"Vamos Viejo, esta es una Buena  oportunidad para ti", el oficial le susurró al oído".
 
Finalmente, y con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al Viejo Juan a la cafetería y  lo sentaron en una mesa en un Rincón de la cafetería.

Era  casi mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado  y el grupo para la comida aún no había llegado.

El  gerente de la cafetería se acercó y les preguntó, "¿Qué  está pasando aquí, oficial?", "¿Qué es todo esto?. 

“Este hombre tiene problemas, y esta señora lo trajo  aquí para que coma algo," respondió el policía.

"¡Oh no, Aquí no!", el gerente respondió  airadamente.

"¡¡Tener una persona como este aquí es malo  para mi negocio!!

El Viejo Juan esbozó una  sonrisa con sus pocos dientes. "Señora, se lo dije. Ahora,  ¿si van a dejarme ir?. Yo no quería venir aquí desde un principio." 

La mujer se dirigió al gerente de la  cafetería y sonrió, "Señor, ¿está usted familiarizado  con Hernández y Asociados?, la firma bancaria que está a  dos calles".

"Por supuesto que los conozco",  respondió el administrador con impaciencia. "Ellos tienen  sus reuniones semanales en una de mis salas de  banquetes."

"¿Y se gana una buena cantidad de  dinero con las comidas en estas reuniones  semanales?", preguntó la Señora.

"¿Y eso que le  importa a usted?" 

"Yo, señor, soy Penélope  Hernández, presidenta y dueña de la compañía". “¡¡Oh Perdón!!, dijo el gerente.

La mujer sonrió de nuevo, "Pensé que esto supondría un cambio en su trato". Le dijo al policía, que fuertemente trataba de  contener una carcajada.

"¿Le gustaría tomar con nosotros  una taza de café o tal vez una comida, oficial?", "No,  gracias, señora", replicó el oficial. "Estoy de servicio".
 
"¿Entonces, quizá, una taza de café para llevar?", "Sí, señora. Eso estaría mejor".

El gerente de la  cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una  orden. “Voy a traer el café para usted de inmediato  señor oficial " 

El oficial lo vio alejarse. Y  opinó:"Ciertamente lo ha puesto en su lugar", dijo. "Esa no fue mi intención “dijo la señora, lo crea  o no, tengo una buena razón para todo esto". 

Se  sentó a la mesa frente a su invitado a cenar. Ella lo miró  fijamente. "Juan ¿te acuerdas de mí?".

El viejo  Juan miró su rostro, con los ojos  legañosos. "Creo que sí, se me hace familiar".

"Mira Juan, quizá estoy un poco más grande, pero  mírame bien", dijo la Señora. "Tal vez me veas más  llenita ahora, pero cuando tu trabajabas aquí hace  muchos años vine aquí una vez, y por esa misma puerta, muerta de hambre y frío". Algunas lágrimas se posaron  sobre sus mejillas.

"¿Señora?" dijo el Oficial,  No podía creer lo que estaba presenciando, ni siquiera  pensar que la mujer podría llegar a tener hambre. 

"Yo  acababa de graduarme en la Universidad de mi pueblo", la  mujer comentó.

"Yo había llegado a la ciudad en busca de  un trabajo, pero no pude encontrar nada”.

Con la voz  quebrantada la mujer continuaba: Pero cuando me quedaban mis últimos céntimos y me habían echado de mi  apartamento, deambulé por las calles. Era febrero y hacía  frío y estaba casi muerta de hambre, entonces vi este  lugar y entre con la mínima posibilidad de poder conseguir  algo de comer. Con lágrimas en sus ojos la mujer  continuó hablando,...

Juan me recibió con una  sonrisa. "¡Ahora me acuerdo!", dijo Juan. "Yo estaba  detrás del mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó  si podría trabajar por algo de comer”. “ Me dijiste que  estabas en contra de la política de la  empresa". Continuó la mujer..

"Entonces, tú me hiciste  el sándwich de carne más grande que había visto nunca, me diste una taza de café, y me fui a un rincón a  disfrutar de mi comida.

Tenía miedo de que te metieras en  problemas. Luego, cuando miré y te vi poner de tu  bolsillo el precio de la comida en la caja registradora,  supe que todo iba a estar bien". 

"¿Así  que usted comenzó su propio negocio?", dijo el viejo Juan.
 
"Si, encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé  muy duro, y me fui hacia arriba con la ayuda de Mi Padre  Dios. Posteriormente empecé mi propio negocio el cual, con  la ayuda de Dios, prosperó". Ella abrió su bolso y sacó  una tarjeta.

"Cuando termines aquí, quiero que vayas a  hacer una visita al señor Martínez, él es el director de  personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura  de que encontrará algo para que puedas hacer algo en la oficina".

Ella sonrió. "Creo que incluso podría darte  un adelanto, suficiente para que puedas comprar algo de  ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te  recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está  siempre abierta para ti Juan." 

Hubo lágrimas en  los ojos del anciano. "¿Cómo se lo puedo agradecer?, preguntó.

"No me des las gracias", respondió la mujer.  "A Dios dale la gloria. El me trajo a ti." 

Fuera  de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y  antes de irse cada uno por su lado.

"Gracias por toda su  ayuda, oficial" Dijo La Sra. Hernández. 

“Al  contrario", dijo el oficial, "Gracias a usted, hoy vi un  milagro, algo que nunca voy a olvidar. Y gracias por  el café. ".

Dios cierra  puertas que ningún hombre puede abrir y abre puertas  que ningún hombre puede cerrar. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

El secreto

Un día, una amiga le preguntó a otra.

¿Por qué tú siempre estás feliz?
 Tienes tanta energía, y nunca estás decaída.


Con sus pequeños ojos y una sonrisa, ella contestó.

¡Yo tengo un secreto!

¿Cual es el secreto?, contestó Ella.

Yo te diré mi secreto, pero tienes que prometerme, que compartirás ese secreto con otros.


“El Secreto” es este:

He aprendido que es muy poco lo que puedo hacer en mi vida que me haga muy feliz.

Yo tengo que depender de Dios para ser Feliz y llenar mis necesidades.

Cuando tengo una necesidad en mi vida, Yo debo confiar en Dios, que proveerá conforme a mis necesidades.

He aprendido en todo este tiempo que no necesito ni la mitad de lo que creo necesitar.

El nunca me ha abandonado. Desde que aprendí ese secreto, Soy Feliz.

Lo primero que pensó, fue.

¡Eso es muy Simple!

Pero reflexionando en su propia vida recordó, como pensó que una casa más grande la haría muy feliz, pero no fue así!.

Ella pensó que un mejor trabajo, en el que se pagara más, la haría feliz, pero tampoco fue así.

Ella pensó que su mayor felicidad, sería estar sentada en la casa con sus nietos, jugando, comiendo pizza o   leyéndoles una historia.
 
Un simple regalo de Dios.


¡Ahora tú lo sabes también!


No podemos depender de otros para ser Felices.

Solamente Dios en su gran sabiduría puede hacer eso.

Cuando te sientas decaído porque no obtuviste lo que deseabas, solamente siéntate, descansa y se Feliz, porque Dios ha pensado en darte algo mejor de lo que tu esperas.

¡Confía en DIOS!


martes, 7 de agosto de 2012

El platón de madera

Un señor de edad fue a vivir con su hijo, su nuera y un niñito de  cuatro años de edad.

Las manos del viejo ya estaban temblorosas, su vista empañada de cansancio y sus pasos vacilantes.

La  familia comía reunida en la mesa. Pero, las manos temblorosas y la vista falla del abuelo lo traicionaban a la hora de comer.  Los granos rodaban de su plato y caían al suelo. Cuando  tomaba el vaso, la leche era derramada en el mantel de la mesa. El hijo y la nuera se irritaban sin control, por el  “desastre”.

“Debemos  hacer algo respecto a papá ", dijo el hijo. “Ya es demasiada leche derramada, ruido de gente comiendo con la boca abierta y comida tirada por el suelo”.

Entonces, ellos decidieron colocar una pequeña mesa en un rincón de la cocina. Allí, el abuelo comía solito, mientras el resto de la familia tomaba sus alimentos en la mesa, con satisfacción.

Desde que el viejo quebrara uno o dos platos, su comida ahora era servida en un platón de madera.

Cuando la familia miraba hacia el abuelo sentado allí solito, a veces él tenía lágrimas en sus ojos. Aún así, las únicas palabras que le decían eran reprimendas ásperas cuando él dejaba un cubierto o comida caer al suelo.

El pequeño de 4 años de edad veía todo en silencio. Una noche, antes de cenar, el papá percibió que el pequeño estaba en el suelo, manejando pedazos de madera.

Él preguntó delicadamente al pequeño:
“¿Que estás haciendo?"
El niño respondió dulcemente:
- “Ah, estoy haciendo un platón para tí y otro para mamá para que coman, cuando yo sea grande."

El  menor de cuatro años de edad sonrió y siguió con su tarea. Aquellas palabras tuvieron un impacto tan grande en los papás que ellos enmudecieron. Entonces lágrimas comenzaron a escurrir de sus ojos.

De ahí en adelante y hasta el final de sus días él comió todas las comidas con la familia.

Y por alguna razón, el marido y su esposa no se molestaban más cuando un cubierto caía, o la leche era derramada sobre el mantel de la mesa.


De una forma positiva, aprendí que no importa lo que pase, o que tan ruin parezca el día de hoy, la vida continúa, y mañana será mejor.

Aprendí que se puede conocer bien a una persona, por la forma como ella afronta tres cosas: un día lluvioso, un equipaje perdido y las series de luces de un árbol de navidad que se enredan

Aprendí que, no importa el tipo de relación que tengas con tus padres, sentirás la falta de ellos cuando partan.

Aprendí que “saber ganarse " la vida no es la misma cosa que “saber vivir".

Aprendí que la vida a veces nos da una segunda oportunidad.

Aprendí que vivir, no es solo recibir, es también dar.

Aprendí que si buscas la felicidad, para ti... ella te elude. Pero, si concentras tu atención en la familia, los amigos, y en las necesidades de los otros, en el trabajo y procuras hacer lo mejor, la felicidad misma va a tu encuentro.

Aprendí que siempre que decido algo con el corazón abierto... generalmente acierto.

Aprendí que cuando siento dolor, no es preciso ser un dolor para otros.

Aprendí que diariamente necesito acercarme y tocar a alguien. Las personas gustan del contacto humano, tomar una mano, recibir un abrazo afectuoso, o simplemente una palmada amigable en la espalda.

Aprendí que aún tengo mucho que aprender...