martes, 31 de julio de 2012

Cómo manejar las ofensas

El era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.

Al terminar la clase de fin de año, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

“Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su cara aburrida”.

EL alumno estaba erguido, con semblante desafiante, en espera de otra respuesta airada de su profesor. Pero ante su asombro, el hombre le respondió:

“¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes? Por su puesto que no, respondió el alumno algo sorprendido”.

Bueno, prosiguió el profesor, cuando alguien intenta ofenderme o decirme algo desagradable, está ofreciéndome algo.

En tu caso es una emoción de rabia y rencor que puedo decidir no aceptar. Si yo me siento ofendido o me pongo furioso estaré aceptando tu regalo, y yo prefiero regalarme mi serenidad.

Amigo, prosiguió el profesor, la vida nos da la oportunidad de amargarnos o de ser felices.

Tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo porque no me interesa.

Yo no puedo controlar lo que hay en tu corazón, pero de mi depende lo que yo cargo en el mío.

Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner dentro de ti, y lo que elijas lo tendrás hasta que decidas cambiarlo, porque es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o de ser felices.

Dice Proverbios 15:1  “Una respuesta amable calma la ira,   pero una palabra áspera excita el furor”.

Cuántas veces hemos aceptado la ofensa ajena y hemos respondido en su mismo idioma.

No olvides que eres tu quién decide aceptar o no la crítica destructiva, la ofensa y la burla.

Mantén siempre el control de tus emociones, no guardes amargura en tu corazón contra otro y responde siempre con gracia, que de tu fuente salga siempre agua dulce.


lunes, 23 de julio de 2012

La historia de dos pacientes

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban un cuarto en un hospital.

A uno de ellos, se le permitía todas las tardes levantarse por una hora para drenar sus pulmones.
Su cama estaba al lado de la única ventana.

El otro paciente tenía que estar siempre acostado en su cama.

Ambos pacientes conversaban por horas.

Hablaban de esposas y familias de sus casas, sus trabajos, sus amigos,  los lugares a los que habían ido de vacaciones, etc...

Todas las tardes, cuando el hombre de la cama junto a la ventana se levantaba, se pasaba todo el tiempo describiéndole a su compañero todas las cosas que desde  la ventana se veían.

El compañero entonces comenzaba a disfrutar esa hora diaria cuando su imaginación se ampliaba y enriquecía con la vida, la actividad y  los colores maravillosos del mundo de afuera.

La ventana daba hacia un parque con un hermoso lago.

Cisnes y patos nadaban en sus cristalinas aguas mientras los niños jugaban con botes de juguete.

Jóvenes enamorados caminaban tomados de las manos entre flores de todos los colores y una vista de los edificios de la ciudad se apreciaba a la distancia.

A  medida que el hombre junto a la ventana describía todo en sus más exquisitos detalles, el hombre del otro lado del cuarto cerraba sus ojos y su mente comenzaba a imaginar  y contemplar las pintorescas escenas que el otro le contaba…

Una cálida tarde, el hombre junto a la ventana describía un  grandioso desfile  que pasaba por la calle. Aunque el otro hombre no podía  oír los sonidos de la banda, en su mente el podía ver como en un retrato mental, el desfile que  su compañero de la ventana le describía.

Así pasaron los días, las semanas y los meses.

Una mañana, cuando traía agua y toallas para los baños, la enfermera se encontró conque el hombre de la ventana había fallecido tranquilamente mientras dormía.

Con mucha tristeza, tuvo que llamar a los asistentes del hospital para que retiraran el cadáver.

Tan pronto como le pareció apropiado, el otro enfermo le preguntó si a el lo podrían mover  al lugar  junto a la ventana.

La enfermera le dio el gusto y le movió al lugar y luego de asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.

Una vez solo,  con mucho esfuerzo y dolor, logró apoyarse en un codo y doblarse  despacio para tratar de dar su primera mirada a través de la ventana, al maravilloso mundo real que  transcurría  en el exterior.

Dándose la vuelta poco a poco, lentamente, alcanzó a ver por la ventana

! Sólo para ver una pared desnuda!

El hombre quedó sorprendido.  Luego le preguntó a la enfermera, ¿por qué su compañero fallecido se había puesto a describirle tantas cosas maravillosas  que el  le decía que  se veían desde la ventana?  

La enfermera contestó que el hombre nunca pudo ver esa pared  ¡porque era ciego!

Y agregó, Quizás solo quería que usted se sintiera bien.

Epílogo:

Hay una tremenda felicidad en hacer felices a otros, en cualquier circunstancia.

Las penas y el dolor se reducen cuando se comparten, pero la felicidad  cuando  es compartida, se multiplica.

Vivir este día ya es un regalo,  por eso decimos que es El Presente.


miércoles, 18 de julio de 2012

Cómo mostrarse uno tal como es

Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas. Como todos los huertos, tenía mucha frescura y agrado. Por eso, daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros. Pero, de pronto, un buen día empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una lucía un tono diferente: rojo, amarillo, naranja, morado...

El caso es que los colores eran irisados, deslumbradores, centelleantes, como una sonrisa o un bonito recuerdo. Después de reflexivas investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, se concluyó en que cada cebolla atesoraba dentro, en el mismo corazón (porque también las cebollas tienen su propio corazón), una piedra preciosa. Esta guardaba un topacio; la otra, una aguamarina; aquella, un lapislázuli; alguna de las de más allá, una esmeralda... ¡Una verdadera maravilla!

Sin embargo, por una incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, intolerante, inadecuado y hasta vergonzoso. Entonces, las bellísimas cebollas tuvieron que esconder su piedra preciosa e íntima tras capas y más capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular como eran por dentro. Hasta que se convirtieron en unas cebollas de lo más vulgares.

Pasó por allí un sabio que gustaba sentarse a la sombra del huerto y entendía el lenguaje de las cebollas. Le preguntó a una por una: −¿Por qué no eres como eres por dentro? Ellas le iban respondiendo: −Me obligaron a ser así... Me fueron poniendo capas... incluso yo me puse algunas para que no me dijeran... Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de por qué se habían colocado las primeras capas. Al final, el sabio se echó a llorar. Cuando la gente lo vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes. Por eso, todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón. Así será hasta el fin del mundo.

Este relato nos permite conectarnos con aquellas personas que, a causa de una  gran desilusión, una pérdida, un cambio difícil, dificultades en los vínculos afectivos, problemas de salud, dejan de brillar, y la tristeza, a manera de capas, no deja ver lo que en verdad valen.

A veces esas capas, como mecanismo de defensa, adoptan un disfraz muy parecido a la bronca, al enfado, a la furia. Es así que las conductas de ataque por miedo a ser atacados se transforman en un modo de vincularse.  La respuesta del entorno es el aislamiento o dejar de lado. El círculo se empieza a cerrar: soledad, más tristeza, más furia. ¿Cómo cortar el proceso y volver al camino en búsqueda de aquello que dé felicidad?

Ser adulto no significa el haber concluido los aprendizajes, el tener una respuesta a cada pregunta que formula la vida o la solución a cada conflicto.

Ser adulto significa, por un lado, creer en sí mismo y, por otro, contar con las herramientas necesarias para restablecer los equilibrios dañados. Ser adulto es permitirse expresar con  libertad sentimientos y emociones sin temor a ser censurado. La tristeza es un sentimiento. Ser adulto es aprender y asumir que la vida transcurre en un fluctuar entre la alegría y la tristeza. Que el dolor solo es el telón de fondo necesario para que brille la felicidad.

Dejar caer una a una las capas que no muestran lo que verdaderamente uno es demanda un desafío cotidiano. El desafío de abandonar la “adicción de ser para el otro” que limita el poder ser lo que verdaderamente se es.

Se es libre para desarrollarse de mil maneras diferentes. El error no implica un límite, sino aprendizaje. Al cambiar la mirada y verse de manera distinta, se descubren fortalezas y habilidades personales ilimitadas.

Concentrarse en lo positivo por sobre aquello que produce tristeza ayuda a dibujar la sonrisa que dispara las endorfinas para la acción.

Cuando uno está triste, suele tener la sensación de que va a durar para siempre. No es así.

No abandonar nunca la búsqueda de la felicidad y guardar la tristeza para cuando realmente sea necesaria debe ser el lema.

Al fin de cuentas: “La felicidad humana, generalmente, no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días” (B. Franklin).


jueves, 12 de julio de 2012

El balde chino

Una anciana señora china poseía dos grandes baldes, suspendidos en cada extremidad de una vara, que ella cargaba en su espalda.

Uno de los baldes estaba rajado y el otro era perfecto.

Este último estaba siempre lleno de agua al fin de la larga caminata desde el torrente hasta la casa, en cuanto el rajado llegaba medio vacío.

Por largo tiempo esto fue  así, con la señora que llegaba a la casa con solamente un balde y medio de agua.

Naturalmente el balde perfecto estaba muy orgulloso de su propio resultado y el pobre balde rajado tenia vergüenza de su defecto, de lograr hacer solo la mitad de aquello que debería hacer

Después de dos años, reflexionando sobre su propia y amarga derrota por estar rajado, el balde hablo con la señora durante el camino:

“Tengo vergüenza de mi mismo, porque esta rajadura que tengo me hace perder la mitad de el agua durante el camino hasta tu casa”

La anciana sonrió:

¿Has observado que lindas flores hay solamente de tu lado del camino?

 Yo siempre supe de tu defecto y llevándote plante semillas de flores en tu lado  del camino.

Y todos los días, cuando regresábamos, tu las regabas”

¡Por dos años pude recoger aquellas bellísimas flores para adornar la mesa!

¡Si tú no fueras como eres, yo no habría tenido aquellas maravillas en mi casa!

“Cada uno de nosotros tenemos algún defecto. Pero el  defecto que cada uno de nosotros tenemos, es el que hace que nuestra convivencia sea interesante y gratificante.

Es preciso aceptar a cada uno por lo que es, Y descubrir lo  que tiene de bueno en el”


lunes, 9 de julio de 2012

Oración a los ángeles por la paz

Ángel del Señor,
Protégenos de los hombres enfermos de avaricia
Y de maldad que buscan esclavizar a los justos.

Líbranos de los deseos del demonio del exterminio,
Líbranos de las pérdidas y de la destrucción,
Líbranos de la infelicidad de la guerra,
ayúdanos a percibir el amor que hay en el Universo,
y hacernos eco de él para reproducirlo hasta el último rincón de la tierra.

En el corazón de la guerra solo hay odio.

En el corazón  de la vida solo debe haber amor, entonces, enséñanos con tu sabiduría el verdadero camino de la vida que es el amor.

Ángel del Señor abre nuestros ojos,
Ángel del Señor abre nuestros corazones,
Ángel del Señor danos humildad y gratitud.

Enséñanos a buscar la grandeza  y la perfección.

Enséñanos a ser benevolentes y compresivos,
Guíanos por el sendero del amor, que es la luz, que es la compresión, tolerancia, perdón, porque de todas estas cosas esta hecha la Paz,
Y la Paz engendra vida.

Guíanos amorosamente hacia la paz, por el poder del amor que es capaz de resolver y disipar todo aparente problema.
LA PAZ ES VIDA AHORA Y POR SIEMPRE.

¡AMEN!


jueves, 5 de julio de 2012

Quédate con nosotros

Quédate con nosotros, Señor, esta noche.
Quédate para adorar,
alabar y dar gracias
por nosotros mientras dormimos,
para hacer que baje del cielo
tu misericordia sobre el mundo;
para socorrer,
desde los tabernáculos de la tierra,
a las benditas almas
que sufren en el Purgatorio
su prolongada noche de dolor y pena.

Quédate con nosotros,
Para apartar la justa ira de Dios
De nuestras populosas ciudades
que, con sus densísimas nubes
de vicios y crímenes, claman
venganza al cielo.

Quédate con nosotros para
guardar a los inocentes,
para sostener a los tentados,
para levantar a los caídos,
para subyugar el poder del demonio,
para impedir el pecado.

Quédate con nosotros
Para confortar a los que sufren,
Para bendecir a los que yacen en el lecho del dolor,
para dar contrición a los que mueren,
para recibir en los brazos de tu misericordia
a los miles de almas,
que se presentan ante Tí para
ser juzgadas.

¡Oh Buen Pastor!,
Quédate con tus ovejas,
defiéndelas de los peligros
que las rodean y amenazan.
Pero sobre todo,
quédate con los que sufren y
con los agonizantes.
Danos una noche tranquila
y un fin perfecto.

Sé nuestro misericordioso
Padre hasta lo último,
para que sin temor podamos
aparecer delante de Tí
como nuestro juez.

Amén.