viernes, 16 de noviembre de 2012

Uno cosecha lo que siembra

Una  mañana una mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista, y miro  claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas  buenas de la vida.

Su abrigo era nuevo, parecía que nunca  se había perdido una comida. Su primer  pensamiento fue: “Solo se quiere burlar de mi", como  tantos otros lo habían hecho.
 
¡¡Por Favor  Déjeme en paz!!, gruñó el indigente.
   
Para su sorpresa,  la mujer siguió enfrente de él. Ella sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos  deslumbrantes. 

"¿Tienes  hambre?", preguntó ella. "No", contestó sarcásticamente. "Acabo de llegar de cenar con el presidente, ahora  vete." 

La sonrisa de la mujer se hizo aún más Grande. De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el  brazo. "¿Qué hace usted, señora?" -preguntó el hombre  enojado. 

“¡¡Le digo que me deje en paz!!”

Justo  en ese momento un policía se acercó. "¿Hay algún problema, señora?" -le preguntó el oficial.
            
" Aquí no hay ningún problema, oficial, contestó la mujer .., "Sólo estoy tratando  de ayudarle para que se ponga de pie ..., ¿Me ayudaría?". El oficial se rascó la cabeza. "Si, el Viejo Juan, Ha sido un  estorbo por aquí por los últimos años. ¿Qué quiere usted  con él?" Pregunto el oficial.

"¿Ve la cafetería de  allí?" -preguntó ella. "Yo voy a darle algo de comer y a sacarlo del frío por un ratito." 

"¿Está loca, señora?", el pobre desamparado se resistió. "¡Yo no quiero ir ahí!".

Entonces sintió dos fuertes manos agarrándolo de los  brazos y lo levantaron. 

"Déjame ir oficial, Yo no hice  nada"

"Vamos Viejo, esta es una Buena  oportunidad para ti", el oficial le susurró al oído".
 
Finalmente, y con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al Viejo Juan a la cafetería y  lo sentaron en una mesa en un Rincón de la cafetería.

Era  casi mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado  y el grupo para la comida aún no había llegado.

El  gerente de la cafetería se acercó y les preguntó, "¿Qué  está pasando aquí, oficial?", "¿Qué es todo esto?. 

“Este hombre tiene problemas, y esta señora lo trajo  aquí para que coma algo," respondió el policía.

"¡Oh no, Aquí no!", el gerente respondió  airadamente.

"¡¡Tener una persona como este aquí es malo  para mi negocio!!

El Viejo Juan esbozó una  sonrisa con sus pocos dientes. "Señora, se lo dije. Ahora,  ¿si van a dejarme ir?. Yo no quería venir aquí desde un principio." 

La mujer se dirigió al gerente de la  cafetería y sonrió, "Señor, ¿está usted familiarizado  con Hernández y Asociados?, la firma bancaria que está a  dos calles".

"Por supuesto que los conozco",  respondió el administrador con impaciencia. "Ellos tienen  sus reuniones semanales en una de mis salas de  banquetes."

"¿Y se gana una buena cantidad de  dinero con las comidas en estas reuniones  semanales?", preguntó la Señora.

"¿Y eso que le  importa a usted?" 

"Yo, señor, soy Penélope  Hernández, presidenta y dueña de la compañía". “¡¡Oh Perdón!!, dijo el gerente.

La mujer sonrió de nuevo, "Pensé que esto supondría un cambio en su trato". Le dijo al policía, que fuertemente trataba de  contener una carcajada.

"¿Le gustaría tomar con nosotros  una taza de café o tal vez una comida, oficial?", "No,  gracias, señora", replicó el oficial. "Estoy de servicio".
 
"¿Entonces, quizá, una taza de café para llevar?", "Sí, señora. Eso estaría mejor".

El gerente de la  cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una  orden. “Voy a traer el café para usted de inmediato  señor oficial " 

El oficial lo vio alejarse. Y  opinó:"Ciertamente lo ha puesto en su lugar", dijo. "Esa no fue mi intención “dijo la señora, lo crea  o no, tengo una buena razón para todo esto". 

Se  sentó a la mesa frente a su invitado a cenar. Ella lo miró  fijamente. "Juan ¿te acuerdas de mí?".

El viejo  Juan miró su rostro, con los ojos  legañosos. "Creo que sí, se me hace familiar".

"Mira Juan, quizá estoy un poco más grande, pero  mírame bien", dijo la Señora. "Tal vez me veas más  llenita ahora, pero cuando tu trabajabas aquí hace  muchos años vine aquí una vez, y por esa misma puerta, muerta de hambre y frío". Algunas lágrimas se posaron  sobre sus mejillas.

"¿Señora?" dijo el Oficial,  No podía creer lo que estaba presenciando, ni siquiera  pensar que la mujer podría llegar a tener hambre. 

"Yo  acababa de graduarme en la Universidad de mi pueblo", la  mujer comentó.

"Yo había llegado a la ciudad en busca de  un trabajo, pero no pude encontrar nada”.

Con la voz  quebrantada la mujer continuaba: Pero cuando me quedaban mis últimos céntimos y me habían echado de mi  apartamento, deambulé por las calles. Era febrero y hacía  frío y estaba casi muerta de hambre, entonces vi este  lugar y entre con la mínima posibilidad de poder conseguir  algo de comer. Con lágrimas en sus ojos la mujer  continuó hablando,...

Juan me recibió con una  sonrisa. "¡Ahora me acuerdo!", dijo Juan. "Yo estaba  detrás del mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó  si podría trabajar por algo de comer”. “ Me dijiste que  estabas en contra de la política de la  empresa". Continuó la mujer..

"Entonces, tú me hiciste  el sándwich de carne más grande que había visto nunca, me diste una taza de café, y me fui a un rincón a  disfrutar de mi comida.

Tenía miedo de que te metieras en  problemas. Luego, cuando miré y te vi poner de tu  bolsillo el precio de la comida en la caja registradora,  supe que todo iba a estar bien". 

"¿Así  que usted comenzó su propio negocio?", dijo el viejo Juan.
 
"Si, encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé  muy duro, y me fui hacia arriba con la ayuda de Mi Padre  Dios. Posteriormente empecé mi propio negocio el cual, con  la ayuda de Dios, prosperó". Ella abrió su bolso y sacó  una tarjeta.

"Cuando termines aquí, quiero que vayas a  hacer una visita al señor Martínez, él es el director de  personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura  de que encontrará algo para que puedas hacer algo en la oficina".

Ella sonrió. "Creo que incluso podría darte  un adelanto, suficiente para que puedas comprar algo de  ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te  recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está  siempre abierta para ti Juan." 

Hubo lágrimas en  los ojos del anciano. "¿Cómo se lo puedo agradecer?, preguntó.

"No me des las gracias", respondió la mujer.  "A Dios dale la gloria. El me trajo a ti." 

Fuera  de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y  antes de irse cada uno por su lado.

"Gracias por toda su  ayuda, oficial" Dijo La Sra. Hernández. 

“Al  contrario", dijo el oficial, "Gracias a usted, hoy vi un  milagro, algo que nunca voy a olvidar. Y gracias por  el café. ".

Dios cierra  puertas que ningún hombre puede abrir y abre puertas  que ningún hombre puede cerrar. 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Enséñame, Señor

Enséñame, Señor.

A ser dulce y delicado en todos los acontecimientos de la vida; en los desagrados, en la inconsideración de otros, en la insinceridad de aquellos en quienes confiaba, en la falta de fidelidad de aquellos en quienes yo descansaba.

Déjame que yo me ponga a un lado para pensar en la felicidad de los otros; que oculte mis penas y mis angustias, para que así sea yo el único en sufrir sus efectos.

Enséñame a aprovecharme del sufrimiento que se me presenta en mi camino.

Déjame que lo use de tal manera que sirva para suavizarme, no para endurecerme ni amargarme, de modo que me haga paciente, no irritable; generoso en mi perdón, no mezquino, altivo e insufrible.

Que nunca alguien sea menos bueno por haber percibido mi influencia.

Que nadie sea menos puro, menos veraz, menos bondadoso, menos digno por haber sido mi compañero de camino en nuestra jornada hacia la vida eterna.

En tanto que voy dando vueltas de una distracción a otras, déjame susurrar una palabra de amor a Ti.

Que yo viva mi vida en lo sobrenatural, llena de energía para el bien y vigorosa en su empeño de santidad.

Amén.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Preces por los difuntos

Oremos a Dios, Padre todopoderoso, que ha resucitado a Jesucristo de entre los muertos y vivificará también nuestros cuerpos mortales, y digámosle:

Señor, danos la vida en Cristo.

Padre santo, ya que por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo en la muerte y con él hemos resucitado, haz que de tal forma andemos en vida nueva, que, aun después de nuestra muerte, vivamos para siempre con Cristo.

Padre providente, que nos has dado el pan vivo bajado del cielo, para que lo comamos santamente, haz que al comerlo tengamos vida eterna y resucitemos en el último día.

¡Oh Señor, que contemplas cómo caminamos desterrados y lejos de ti guiados sólo por la fe!, haz que después de nuestra muerte podamos contemplarte con alegría en la visión de tu gloria.

¡Oh Señor, que enviaste un ángel para que confortara a tu Hijo en la agonía de Getsemaní!, dígnate consolarnos en nuestro tránsito con la dulzura de tu esperanza.

Tú, que libraste a los tres jóvenes del fuego ardiente, libra también a las almas de los difuntos del castigo que sufren por sus pecados.

Dios y Señor de vivos y de muertos, que resucitaste a Cristo del sepulcro, resucita también a los difuntos, y a nosotros danos un lugar junto a ellos en tu gloria.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden
no nos dejes caer en la tentación y,
líbranos del mal.
Amén


viernes, 26 de octubre de 2012

El crucifijo es el gran libro

El crucifijo es el gran libro sobre el cual se han formado los Santos y sobre el cual nosotros también debemos formarnos.

Todas las enseñanzas contenidas en el santo evangelio están comprendidas en el crucifijo.

Él nos habla con una elocuencia que no tiene igual: la elocuencia de su sangre.

Nos inculca la humildad, la pureza, la mansedumbre, el desapego de todas las cosas terrenales, la conformidad a la voluntad divina, pero, sobre todo, la caridad para con Dios y para con los hermanos.

Mediante la crucifixión, Jesús reconcilió la humanidad con Dios y unió entre sí con un solo vínculo de amor a todos los hijos dispersos del primer padre.

De esta manera, San Alfonso pudo escribir a los pies del crucifijo estas palabras: “¡Así se ama!”…

Por eso, al misionero que parte a lugares lejanos para anunciar la buena nueva, no se le entrega otra arma que el crucifijo, porque éste posee la fuerza de Dios y por medio de él triunfará sobre todo y sobre todos, después de haber triunfado sobre sí mismo.

Guido María Conforti (Marzo 1925)

viernes, 19 de octubre de 2012

El Credo

Existen dos credos:
  • El Credo de los Apóstoles, es considerado como el resumen fiel de la fe de los apóstoles.
  • El Credo niceno-constantinopolitano, que recoge la fe de los Concilios de Nicea (año 325) y Constantinopla (año 381)

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.                                    

Credo Niceno-Constantinopolitano

Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a
vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe
una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

jueves, 11 de octubre de 2012

Himno del año de la fe

CREDO, DOMINE (CREO SEÑOR)

Caminamos llenos de expectativas, a tientas en la noche.

Tú que te reúnes con nosotros en el Adviento de la historia, se para nosotros el Hijo del Altísimo.

¡Creo, Señor!

Con los santos que caminan entre nosotros, Señor, te pedimos que:

adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe)

Caminamos débiles y perdidos, sin el pan de cada día.

Tú que nos ha alimentado con la luz de la Navidad,
se para nosotros la estrella de la mañana.

¡Creo, Señor!

Con María, la primera creyente, Señor, te pedimos:

adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Yo creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Caminamos cansados y sufriendo, Con las heridas que siguen abiertas.

Tú que sanas a los que te buscan en el desierto, se para nosotros la mano que sana.

¡Creo, Señor!

Con los pobres que están esperando en la puerta, Señor, te pido que:

adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Yo creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Caminamos bajo el peso de la cruz, Siguiendo las huellas de tus pasos.

Tú que resucitaste en la mañana de la Pascua, se para nosotros la vida que no muere.

¡Creo, Señor!

Con los humildes que quieren renacer, Señor, te  rogamos:

Adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Yo creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Caminamos atentos a la llamada De cada nuevo Pentecostés.

Tú que recreas la presencia de aquel soplo, se para nosotros la Palabra del futuro.

¡Creo, Señor!

Con la Iglesia que anuncia tu Evangelio, Señor, te pedimos:

Adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).


Yo creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Caminamos cada día que nos das, con nuestros hermanos los hombres.

Tú nos guiarás por los caminos de la tierra, se para nosotros la esperanza de la meta.

¡Creo, Señor!

Con el mundo donde el Reino está en medio de nosotros, Señor, clamamos:

Adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

Yo creo, Señor, adauge nobis fidem (aumentes nuestra fe).

sábado, 6 de octubre de 2012

invocaciones al ángel custodio

Ángel de mi guarda, consejero mío, inspírame

Ángel de mi guarda, defensor mío, protégeme

Ángel de mi guarda, consolador mío, fortaléceme

Ángel de mi guarda, maestro mío, instrúyeme

Ángel de mi guarda, hermano mío, no te separes nunca de mí.

Ángel de mi guarda, tierno amigo mío, ámame.

Ángel de mi guarda, pastor mío, guíame.

Ángel de mi guarda, encargado de mi conducta, dirígeme

Ángel de mi guarda, intercesor mío, ruega por mí

Ángel de mi guarda, vigilante guardián mío, Socórreme

Ángel de mi guarda, ayuda mía, sostenme

Ángel de mi guarda, luz e inspiración mía, ilumíname.

Ángel de mi guarda, testigo de todas mis acciones, purifícame

Ángel de mi guarda, guía mío, permanece junto a mí.


Ángel de mi guarda, negociador mío, intercede por mí.

(Tomado de: siembra conmigo)