sábado, 9 de abril de 2016

Oración al Espíritu Santo





Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre y del Hijo,
Inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir,
como debo decirlo,
lo que debo callar,
lo que debo escribir,
como debo actuar,
lo que debo hacer para procurar tu gloria
en bien de las almas y de mi propia santificación.


Espíritu Santo ilumina mi entendimiento
y fortifica mi voluntad,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar,
dame acierto para empezar,
dirección al progresar
y perfección en el acabar.

Amén


Autor: Cardenal Verdier

sábado, 2 de abril de 2016

Oración para ser misericordioso





Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón, cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número de veces que deseo glorificar Tu misericordia, oh Santísima Trinidad.

Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor.

Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.

Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.

Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.

Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio.

Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo.

A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad.

Y yo misma me encerrare en el misericordiosísimo Corazón de Jesús.

Soportaré mis propios sufrimientos en silencio.

Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí.


Texto del diario 163 de Santa Faustina Kowalska

sábado, 26 de marzo de 2016

Oración para el Sábado Santo



Yo subiré al pie de la Cruz,
me apretaré al Cuerpo frío,
cadáver de Cristo,
con el fuego de mi amor...,
lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones..., 
lo envolveré con el lienzo nuevo
de mi vida limpia,
y lo enterraré en mi pecho de roca viva,
de donde nadie me lo podrá arrancar,
¡y ahí, Señor, descansad!
Cuando todo el mundo os abandone
y desprecie..., os serviré, Señor.




San Josemaría Escrivá de Balaguer. Via Crucis, XIV, 1

Oración por los cristianos de Oriente



Señor Jesucristo,
… Manda tu Espíritu y
Conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Amén.

SEÑOR JESÚS

Que en Jerusalén consumaste tu vida
En la cruz para la redención
De todos los hombres,
Multiplica los signos de paz
En esta Tierra Santa,
Que es especialmente tuya,
Para que llegue pronto el día
En el que estos pueblos
Se unan en un abrazo fraterno.

Amén.

martes, 22 de marzo de 2016

Cristo en la cruz





En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.

El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor
es sólo la llave santa de tu santa puerta.

Amén