sábado, 28 de diciembre de 2013

Corre caballito


Corre caballito, vamos a Belén a ver a María y al Niño también; al Niño también dicen los pastores:

Que ha nacido un niño cubierto de flores.

 

El ángel Gabriel anunció a María que el Niño Divino de ella nacería.

 

De ella nacería dicen los pastores:

Que ha nacido un niño cubierto de flores.

 

Los tres Reyes Magos vienen del Oriente y le traen al Niño hermosos presentes.

 

Hermosos presentes dicen los pastores:

Que ha nacido un niño cubierto de flores.

 

San José y la Virgen, la mula y el buey fueron los que vieron al Niño nacer.

 

Al niño nacer dicen los pastores:

Que ha nacido un niño cubierto de flores.

 


Aguinaldo anónimo guayanés

lunes, 23 de diciembre de 2013

Oración de la familia ante el Nacimiento en Nochebuena


Lector 1:

Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:

En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros.

Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2:

Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.

Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.

(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre o si ya esta allí se coloca un pequeño cirio o velita delante de El).

Lector 3:

Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.

Amén

Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria


Fuente: Navidad es Jesús

sábado, 21 de diciembre de 2013

Noche de paz


Noche de paz, noche de amor,

claro sol, brilla ya,

y los ángeles cantando están.

Gloria a Dios, gloria al rey celestial.

 

Duerme el niño Jesús.

Duerme el niño Jesús.

 

Noche de paz, noche de Dios,

al portal va el pastor

y entre pajas encuentra al Señor,

es el verbo que carne tomó.

 

Duerme el niño Jesús.


Duerme el niño Jesús.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Oración a la Virgen de Guadalupe

Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!

Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.

Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios.

Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver e El, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.



Juan Pablo II

lunes, 9 de diciembre de 2013

La inmaculada concepción


Dios te salve, María, por la luz de la luz transfigurada.
Dios te llena y te guía, y el fruto de tu vientre en tu mirada.

Dios te salvó, María. Te llenó de su fuerza complaciente, como el fuego del sol llena la aurora, como el agua la fuente.

Maduró con su luz y su ternura, el fruto de tu amor y de tu vientre.

Santa María, hija del pueblo, Madre paciente, fiel, generosa, pobre y sencilla...

Míranos peregrinos, vacilantes, cultivando este viejo paraíso, caminando hacia tu cielo lentamente.

No queremos cansarnos de este mundo, ni buscamos un refugio celeste.

Pero Tú no te canses de mostrarnos la meta, los caminos, ahora y siempre

V.M. Arbeola


domingo, 1 de diciembre de 2013

Virgen del Adviento


Virgen del Adviento,
Esperanza nuestra,
De Jesús la aurora,
Del cielo la puerta.

Madre de los hombres,
De la mar estrella,
Llévanos a Cristo,
Danos sus promesas.

Eres Virgen Madre,
La de gracia llena,
Del Señor la esclava,
Del mundo la reina.

Alza nuestros ojos
Hacia tu belleza,
Guía nuestros pasos
A la vida eterna.


Amén.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Oración en la clausura del año de la fe

Señor y Padre nuestro, dueño de la historia y de la eternidad.
Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Termina el Año de la Fe: Este año que se clausura ha sido esa puerta abierta por la que hemos entrado a la luz y a la amistad, a la alegría, a la libertad, y a la confianza.

¡Cuánto necesitamos recuperar la puerta abierta en la vida¡
Concédenos, Padre nuestro, ser puertas abiertas por donde entren y salgan nuestros hermanos los hombres.

Las puertas cerradas nos dañan, nos anquilosan, nos separan y nos dividen.

Pasar esta puerta de la fe ha sido como un renacimiento en el que hemos descubierto, unidos no solo a Jesucristo, sino también a todos aquellos que han caminado y caminan por el mismo camino, nuestro nuevo nacimiento, que comienza con el Bautismo, y continúa en el curso de la vida.

Este año ha sido una invitación a cruzar el umbral de la fe a dar un paso de decisión interna y libre, a animarnos a entrar a una nueva vida.

Pasar esta puerta de la fe ha supuesto emprender un camino que dura toda la vida.

Mientras, avanzamos delante de tantas puertas que hoy en día se nos abren, muchas de ellas puertas falsas, puertas que invitan de manera muy atractiva
pero mentirosa a tomar un camino, que prometen una felicidad vacía, narcisista y con fecha de vencimiento; puertas que nos llevan a encrucijadas en las que,  cualquiera que sea la opción que sigamos, provocarán a corto o largo plazo  angustia y desconcierto, puertas autorreferenciales que se agotan en sí mismas y sin garantía de futuro.

Pasar esta puerta ha supuesto realizar nuestras tareas vividas con dignidad y vocación de servicio, con la abnegación del que vuelve una y otra vez a empezar sin aflojarle a la vida, como si todo lo ya hecho fuera sólo un paso en el camino
hacia el Reino, plenitud de vida.

Pasar esta puerta ha supuesto no sentir vergüenza de tener un corazón de niño  que, porque todavía cree en los imposibles, puede vivir la esperanza:

lo único capaz de dar sentido y transformar la historia. Vivir este año que termina es pedir sin cesar, orar sin desfallecer y adorar para que se nos  transfigure la mirada.

Pasar esta puerta de la fe es actuar, confiar en la fuerza del Espíritu Santo presente en la Iglesia y que también se manifiesta en los signos de los tiempos, es acompañar el constante movimiento de la vida y de la historia sin caer en el derrotismo paralizante de que todo tiempo pasado fue mejor.

Cruzar el umbral de la fe implica tener ojos de asombro y un corazón no  perezosamente acostumbrado, capaz de reconocer que cada vez que una mujer da a luz se sigue apostando a la vida y al futuro, que cuando cuidamos la inocencia de los niños garantizamos la verdad de un mañana y cuando mimamos la vida entregada de un anciano hacemos un acto de justicia y acariciamos nuestras raíces.

Pasar el umbral de la fe entraña la permanente conversión de nuestras actitudes,
los modos y los tonos con los que vivimos; reformular y no emparchar o barnizar, dar la nueva forma que imprime Jesucristo a aquello que es tocado por su mano y su Evangelio de vida, animarnos a hacer algo inédito por la sociedad
y por la Iglesia.

Pasar el umbral del año de la fe ahora nos lleva a perdonar y saber arrancar una sonrisa, a acercarnos a todo aquel que vive en la periferia existencial y llamarlo por su nombre, es cuidar las fragilidades de los más débiles y sostener sus rodillas vacilantes con la certeza de que lo que hacemos por el más pequeño de nuestros hermanos al mismo Jesús lo estamos haciendo.

Danos, Padre nuestro, la fe que necesitamos.

No podemos construir nuestra fe personal en un diálogo privado contigo, porque la fe nos ha sido dada por ti, Padre, a través de una comunidad de creyentes que es la Iglesia, y por lo tanto, nos inserta en la multitud de creyentes, en una comunidad que no solo es sociológica, sino que está enraizada en tu amor eterno
que en sí mismo es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es Amor trinitario.

Nuestra fe es verdaderamente personal, pero solo si es a la vez comunitaria puede ser “mi fe”; solo si vive y se mueve en el “nosotros” de la Iglesia, solo será nuestra fe, nuestra fe común en la única Iglesia.

Señor y Padre nuestro: Cruzar el umbral de la puerta fe es vivir en el espíritu del Concilio Vaticano II y en una Iglesia de puertas abiertas no sólo para recibir sino fundamentalmente para salir y llenar de Evangelio nuestras calles y la vida de los hombres de nuestros tiempo.

Termina el Año de la Fe, pero tu Señor no nos dejas huérfanos, sino que sigues viniendo a nuestra comunidad y a nuestra historia de cada día.

¡Danos tu Santo Espíritu para no dejarte pasar de largo y recibirte con entera confianza, auténtico amor y esperanza cierta!

Aumenta nuestra Fe para contemplar con ojos limpios, mirada lúcida y obediencia a la realidad los grandes y crecientes conflictos existentes en la historia de los hombres!

Que te veamos presente en la historia de los hermanos que están en la cuneta del camino, en los desheredados de la tierra, en los que soportan impotentes las injusticias estructurales, en los que languidecen por causa de las hambrunas y pandemias.

Que experimentemos confiados que sigues viniendo una vez más a tu Iglesia,
cuando anunciamos la Buena Noticia del Reino, cuando transmitimos la Fe con la fuerza del testimonio y la verdad de tu Palabra.

¡Daños tu Espíritu de alegría, para evangelizar con la misma ilusión
de los grandes misioneros del Evangelio! ¡Ven Señor Jesús, aumenta nuestra pobre y necesitada Fe! ¡Danos, como a la higuera, un año más para que fructifiquemos!

Si no damos frutos, arráncanos y tiranos. ¡Ven Señor Jesús, aumenta nuestra Fe
en los tiempos complejos que estamos viviendo que obremos siempre con la misma caridad pastoral que Tú tuviste, y que no seamos cobardes
para defender los valores evangélicos sin temer a nada ni a nadie.

¡Danos tu Espíritu y auméntanos nuestra pequeña fe para testificar con parresía la comunión con todos los hombres!

Que tu advenimiento en este nuevo tiempo de gracia y conversión te acojamos con verdaderas obras de amor!

Acaba el Año de la Fe: Comienza la tarea de ser una Iglesia que vive, reza y trabaja en clave misionera.

Cruzar el umbral de la fe es, en definitiva, aceptar la novedad de la vida del Resucitado en nuestra pobre carne para hacerla signo de la vida nueva
Amén.


(Valencia 24 de noviembre de 2013)