martes, 4 de enero de 2011

Maravilloso padre nuestro

Padre nuestro que estás en los cielos, en la tierra y en todo el universo.

Santificado sea tu nombre, aun cuando el dolor y la desilusión hieran nuestro corazón.

Bendito seas.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy para renovar nuestras fuerzas físicas, y también para nuestro espíritu.
Perdona nuestras ofensas, pero enséñanos antes a merecer Tu perdón,  perdonando a aquellos que causan nuestros dolores, oprimen nuestros corazones y destruyen nuestras ilusiones.

Que podamos perdonarlos no con los labios, sino con el corazón.

Aparta de nuestro camino todo sentimiento contrario a la caridad.

Que este Padre Nuestro  sea dadivoso con todos aquellos que sufren.

Que una parte de este Padre Nuestro vaya hasta las cárceles donde algunos sufren merecidamente, pero otros por error judicial.

Que vaya hasta los sanatorios iluminando las mentes perturbadas que allí se encuentran.

Que vaya hasta los hospitales, donde muchos lloran y sufren sin el consuelo de una palabra amiga.

Que vaya a todos aquellos que en este momento pasan las puertas de la vida terrenal a la vida espiritual, para que los guíes y le des Tu Perdón.

Que este Padre Nuestro vaya hasta los orfanatos donde pobres e infelices criaturas fueron abandonadas, dándoles apoyo y fe.

Que vaya hasta el seno de la Tierra  donde el minero está expuesto al fuego, y que al final del día, regrese sano donde su familia.

Que este Padre Nuestro vaya hasta los dirigentes de las naciones para que eviten la guerra y cultiven la paz.

Ten  piedad de los huérfanos y las viudas.

De aquellos que no tienen un pedazo de pan.

Ten compasión de los que andan por los aires.

De los que luchan contra los vendavales en un mar bravío.

Ten piedad de la mujer  que da a luz una nueva vida.

Que la paz y la armonía esté siempre entre nosotros.

Así sea.

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