viernes, 24 de febrero de 2012

Cuaresma, camino a la liberación

¡Comienzo el camino!

¡Quiero llegar!..

Para ello, necesito:

¡Liberarme de mis errores!..

Necesito:

¡Reforzar mi fe, mediante actos de penitencia y      reflexión!..

Necesito:

¡Convertirme, cambiar mi espíritu, mi vida interior!..

Necesito:

¡Imitar a Cristo!

¡Volver a Dios!

Necesito:

¡Crecer en el silencio y en el retiro del desierto!..

¡Morir a mi egoísmo y  abrirme al amor!..

Necesito:

¡Profundizar en mis convicciones y en la fe del Evangelio!..

Necesito:

¡Superar las divisiones.

Perdonar y crecer en el espíritu fraterno!..

Necesito:

Cambiar la relación conmigo, con los demás y con Dios

¡Y pasando por la pasión y la cruz!

¡Llegar  a la Pascua!

¡Llegar a la Resurrección!

¡Anímate!, ¡Recorre el camino!

viernes, 17 de febrero de 2012

Oración del Padre Foucauld

Padre.

Me pongo en tus manos,

Haz de mí lo que quieras:

Sea lo que sea, te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo,

Lo acepto todo, con tal que tu voluntad

Se cumpla en mí y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, padre.

Te confío mi alma,

Te la doy con todo el amor de que soy capaz,

Porque te amo y necesito darme,

Ponerme en tus manos sin medida,

Con una infinita confianza,

Porque tú eres mi Padre.

viernes, 10 de febrero de 2012

Carta de un bebé para su madre


¿Hola mamá, cómo estás? Yo muy bien, gracias a Dios.
Hace apenas algunos días que me concebiste en tu barriguita.

Realmente, no puedo explicar lo feliz que me siento de que tú vayas a ser mi mamá.

Otra cosa que me llena de orgullo es ver el amor con que fuí concebido.

¡Todo parece indicar que seré el niño más feliz del mundo!

Mamá, ya hace un mes que fui concebido y comienzo a ver cómo mi cuerpecito empieza a formarse, yo sé que no soy tan bonito como tú, pero ¡dame una oportunidad! ¡Estoy muy feliz! Pero hay algo que me preocupa...

Últimamente he notado que hay algo rondando en tu cabeza que no me deja dormir, pero está bien, eso pasará, no te desesperes.

Mamá, ya pasaron dos meses y medio, estoy muy contento con mis nuevas manos, ya tengo ganas de usarlas para jugar.

Mamita, ¿Me dices qué pasa? ¿Por qué lloras tanto todas las noches?

¿Por qué cuando papá y tú se encuentran, se gritan tanto uno al otro?

¿Ya no me quieren? Voy a hacer todo lo posible para que me quieran...

Ya pasaron tres meses, mamá,  te noto muy deprimida, no sé lo que está pasando, estoy muy confundido.

Hoy por la mañana fuimos al médico y el nos dio una cita para mañana...

No sé para qué, yo me siento muy bien... ¿Acaso tú te sientes mal, mamá?

Mamá, ya es de día, ¿A dónde vamos? ¿Qué está pasando mamá?

Mamá, no te acuestes, apenas son las dos de la tarde, no tengo sueño, quiero seguir jugando con mis manitas.

¡Ah! ¿Qué hace ese tubito en mi casita?

¿Es un nuevo juguete? ¡Mira!

Oye, ¿Por qué están sorbiendo mi casita?

¿Señor, por qué la arrancó? ¿No está viendo que me lastima?

¿No vé que aún soy muy pequeño para defenderme solito?

¡Mamá! Espere... ¡Esa es mi manita!

Mamá, mi piernita, ¡La están arrancando!

¡Mamita, defiéndeme!
Mamita, ¡Ayúdame!

Diles que se detengan, te juro que ya voy a portarme bien y no voy a darte más patadas.

¿Cómo es posible que un ser humano pueda hacer esto conmigo?

Él me las pagará cuando yo sea grande y fuerte, ¡Ay, mamá! Ya no aguanto más... ay... mamita, mamita, ayúdame...

Mamá, ya han pasado varios años desde aquél día, y desde aquí arriba observo cómo todavía te duele haber tomado aquella decisión.

Por favor, ya no llores, acuérdate de que te amo y que aquí estaré esperándote con muchos besos y abrazos.

¡Te amo mucho!

Tu bebé.

viernes, 3 de febrero de 2012

Corta tu rama

Cuenta la leyenda que el rey de una lejana comarca un buen día recibió en obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenase.

Al cabo de algunos meses, el rey pidió informe al maestro cetrero acerca del entrenamiento de las valiosas aves.

El maestro le informó que uno de los halcones respondía perfectamente al entrenamiento, pero que el otro no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día de su llegada.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar al ave.

Entonces decidió encargar la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió….

En un acto de desesperación, el rey decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una jugosa recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.

A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente frente a las ventanas de su palacio.

El rey le dijo a su corte, Traedme al autor de este milagro.

Su corte rápidamente le presentó a un campesino.

El rey le preguntó:

¿Tú hiciste volar al halcón?,¿Cómo lo hiciste?,¿Eres mago?

Intimidado, el campesino le dijo al rey:

No fue magia ni ciencia, mi Señor, sólo corte la rama y el halcón voló.

Se dio cuenta que tenía alas y se empezó a volar.

Las crónicas narran que desde entonces el halcón voló libre y sin restricción alguna y el rey simplemente disfrutaba de su vuelo…

…y tú, a que estás aferrado, qué te impide volar?

…qué es eso de lo que no te puedes soltar?

Vivimos dentro de una zona de comodidad donde nos movemos y creemos que eso es lo único que existe.

Tenemos sueños, queremos resultados, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a correr riesgos y a transitar caminos difíciles.

Deja de aferrarte a tu propia rama y corre el riesgo de volar más alto.

viernes, 27 de enero de 2012

Asamblea en la carpintería

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.

¿La causa?

¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba todo el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo juego de ajedrez.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:

"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y  concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que
el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

viernes, 20 de enero de 2012

Ven pronto señor

Ven a iluminar mis agujeros negros, mis oscuridades cotidianas.

Ven a revitalizar mi ánimo; a sacarme de las rutinas que me quitan vida.

Ven a reforzarme la escucha para atender al otro dejándome sorprender por él.

Ven a darme nuevos bríos para esas situaciones que son difíciles; pero contigo lo son menos.

Ven a ilusionarme con las pequeñas cosas a las que el corazón se me acostumbra.

Ven a despertarme el corazón adormecido ante tanto hermano que sufre.

Ven a renovarme la capacidad de trabajar  para ser un regalo para los otros.

Ven a entusiasmarme en las relaciones, para ver siempre lo mejor de el de al lado.

Ven a llenarme de amnesia la memoria para no guardar el mínimo rencor.

Ven para fortalecer y revitalizar mi palabra; para hablar de Ti y de tus cosas con verdad y entusiasmo.

Ven a liberarme de tantas ataduras que me crean mis infinitos deseos de tener.

Ven a sosegar mi cuerpo, cansado de tanto trajín.

Ven para pintar una sonrisa en mi alma y ser tu presencia en cada rincón.

Ven para refrescar mi saber y recorrer el camino de mi vida lo mejor posible.

Ven a sanar todo aquello que en mí está enfermo de autocompasión, egoísmo, vanidad y deseos de poder o de prestigio.

Ven para llenar de sentido mi vida, la vida, nuestra vida.

 Ven a vestirme el corazón de fiesta, convencido de que me has creado para ser feliz.

Ven a volverme creativo, osado, comprometido con la felicidad de los otros.

Ven para que juntos, iluminemos otras vidas, entusiasmemos otras historias.

Ven para recordarnos que todo lo que hacemos es parte del viaje hacia ti.

Ven para que descansemos en ti, como niños. Para que Tú nos pongas en marcha.

Ven e ilumina nuestra vida para que sea signo, de tu presencia, a nuestro alrededor.

Ven y refresca nuestra vida con el rocío de tu amor.

Ven y llena nuestra vida de serenidad y paz interior.

Ven, llénanos de tu ilusión; para crear tu Reino, esa tierra nueva.

Ven para renacer juntos en esta Navidad. Para hacerte presente en cada momento.

Ven y haznos comprometidos, solidarios, compasivos, cercanos y agentes de reconciliación.

Ven, Señor, queremos acogerte en lo profundo de nuestro corazón.

¡Ven pronto, Señor!

sábado, 14 de enero de 2012

La belleza del saludo

Cuenta una historia que un Judío trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega.

Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador. 

Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta. 

Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte. 

De repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entró y lo rescató. 

Después de esto, le preguntaron al guardia a qué se debía, que se le ocurriera abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo.

Él explicó: “llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda por la mañana y se despide de mi por las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.
     
Hoy me dijo “hola” a la entrada, pero nunca escuché - “hasta mañana” -.

Yo espero por ese hola,  buenos días,  y ese chau o hasta mañana - cada día.

Sabiendo que todavía no se había despedido de mi, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré”.